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El ciclo anual del olivo: la brotación

Actualizado: 14 mar


Igual que el resto de plantas, el olivo se rige por un ciclo de desarrollo ligado a las estaciones del año. De esta manera, tras permanecer durante el invierno sumido en un largo letargo, es en primavera, verano y otoño cuando mayor número de etapas atraviesa. Todas y cada una de ellas dependerán de cómo hayan evolucionado las yemas. En este post -el primero de una serie de ellos en los que analizaremos el ciclo anual de este árbol- te contamos cómo se desarrolla uno de sus momentos más bonitos: la brotación.


Mientras que algunas de las yemas surgidas en el olivo acabarán formando las flores que más tarde darán forma a los frutos, otras avanzarán hacia el futuro convirtiéndose, primero, en brotes y luego, en ramas. Esas ramas, a su vez, volverán a generar nuevas yemas, de manera que la repetición de este ciclo está siempre garantizada.


Este y otros ciclos posteriores son conocidos en el mundo de la agronomía como estados fenológicos, siendo el primero la brotación.


En este proceso, el origen de todo se concentra en las mencionadas yemas que, en realidad, protegen en un estado latente la versión reducida de lo que más adelante serán las partes aéreas del árbol.


En el caso del olivo, estas yemas se encuentran ubicadas en las axilas de las hojas, si bien también podemos hallarlas escondidas en la madera más vieja. En el momento en el que comienzan a mostrar los primeros signos de actividad, su evolución puede tomar dos caminos diferentes. Así, unas acabarán transformándose en un racimo de flores, mientras que otras darán lugar a un nuevo brote con hojas. Atendiendo a esa diferencia, decimos que existen yemas de flor y yemas vegetativas.


Las diferencias visuales entre unas y otras apenas son perceptibles cuando permanecen cerradas, como tampoco se hacen evidentes observando su localización en el árbol, pues ambas eligen un lugar protegido para instalarse, justo donde la hoja se adhiere a su ramita.


El futuro de estas yemas dependerá de los diferentes mecanismos bioquímicos que tengan lugar poco antes de llegar el invierno, algo que analizaremos más profundamente en números posteriores.

En primavera comienza la brotación

En cualquier caso, la llegada de la primavera trae consigo un incremento paulatino de las temperaturas, así como un mayor número de horas de luz. Esto desencadena en el árbol el inicio de la brotación. Una vuelta a la vida, una vez superado el invierno.


Lógicamente, en regiones más cálidas, este fenómeno se producirá en fechas más tempranas que en las zonas más frías. En España, esta diferencia temporal puede ampliarse hasta dos meses, brotando los primeros olivares a principios de marzo y los más tardíos a finales de abril.

En regiones más cálidas, la brotación se producirá en fechas más tempranas que en las zonas más frías

Cuando comienza este proceso, los brotes despliegan las hojas nuevas a medida que estas se alargan por el extremo exterior, propiciando así el crecimiento de una nueva ramita. Con esta explicación debe quedar claro que los árboles crecen desde sus brotes y no, como popularmente mucha gente piensa, “estirando” sus ramas o su tronco.


Este crecimiento será más rápido o más lento dependiendo de condiciones tales como la disponibilidad de agua y luz, así como del estado nutricional y sanitario. En este sentido, resulta de vital importancia que el crecimiento se produzca de manera suficiente, ya que sobre las nuevas ramitas se desarrollarán de nuevo otras hojas y otras yemas, que permitirán que el olivo florezca al año siguiente y que, consecuentemente, la cosecha futura también sea fructífera.


En esta fase, el patrón de crecimiento de los brotes siempre es el mismo: dos hojas que emergen en sentido opuesto sobre cada entrenudo, girando su ángulo 90º en el siguiente entrenudo.

La variedad cromática, indicador de cambios

Por otra parte, todos hemos podido comprobar que los olivos no pierden sus hojas durante el invierno. Por el contrario, éstas caen paulatinamente de manera natural cuando se tornan amarillentas al alcanzar los dos o tres años de edad. Este fenómeno es más fácilmente observable durante la primavera, justo cuando han aparecido suficientes hojas nuevas.


La brotación cambia el aspecto de estos árboles como consecuencia de la savia que llega hasta sus hojas empujada por las raíces. Se trata de una señal manifiesta de vida que oscurece o aclara sus copas como preludio de su próxima etapa: la floración.

La brotación cambia el aspecto de los árboles como consecuencia de la savia que llega hasta sus hojas empujada por las raíces

¡Desde estas líneas agradecemos a David Marcos, ingeniero agrónomo, este interesante artículo que refleja la maravillosa evolución del olivo!


Puedes consultar las fases posteriores a la floración, siendo la brotación y el crecimiento del fruto.



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